martes, 5 de noviembre de 2013

Apropiarse de la crónica, viviéndola


El 6 de febrero de 1999, Víctor Manuel “El Frente” Vital fue acribillado por la policía. Tirado abajo de la mesa de un rancho gritaba que no tiren, que se entregaba. El plomo policial le destruyó la cara. Así murió el último pibe chorro “con código”. Así nace la leyenda del ídolo pagano al que se encomendarán las siguientes camadas de ladrones ofrendándole birra y porro para que este nuevo santito desvíe las balas de la cana. Acá inicia Cristian Alarcon lo que serán dos años de visitar y vivir la vida de la gente del tercer cordón suburbano. “Me sumergí en otro tipo de lenguaje y de tiempo”, dirá. A través de este fusilado por la “justicia” el cronista hará una autopsia de la clase media.
El nombre del pibito chorro canonizado por la gente fue lo que le permitió entrar al territorio a Cristian Alarcon. Es que el “Frente” Vital era muy querido. Se caracterizó por repartir lo que obtenía del robo entre la gente de su zona. Durante el relato, la gorra se mostrará traicionera, mafiosa y deshonesta. El que habla es el Cristian Alarcón de la villa. Parando en la esquina, viendo como la jarra con ropi (alcohol con pastillas rohypnol) pega la vuelta. Comiendo las pocas milanesas que había en la casa. Así se fue metiendo en las vidas y las historias de `la San Fernando`, un lugar que “desde afuera parece barrio pero adentro es puro pasillo”. Así fue conociendo los laberintos que usan los ladrones que ahí viven para perderle el rastro a los cazadores de la Federal. Pero la yuta no es el único enemigo, también están los transas. Javi, quién desde la última vez que salió de la cárcel trabaja como cartonero, sentencia: “A los transas no se les tiene ningún respeto. Ellos, que podrían hacer la plata robando, poniendo caño, se quedan ahí vendiendo porquería que le arruina la vida a la gente”. En el libro, Alarcón presentará al difunto “Frente” Vital como el último pibe chorro con “código”: eso significa que lo que roba lo comparte, que no le roba a la gente de su barrio, que respeta a sus mayores y a sus referentes en el delito. Significa que no es “un atrevido”.
La cárcel, el calabozo, los reformatorios, los institutos de menores, los juzgados son los otros hábitat de los entrevistados. En ellos van a ranchar con el más poronga (quedar bajo la protección de algún capo) y tomar pajarito (un alcohol hecho con la fermentación de la tinta de los diarios). Afuera estarán las familias que en un principio sufrieron por la elección de su cría y con las “entradas” aprendieron lenguaje y estrategia legales, le tomaron bronca a la yuta y como Sabina Sotello, la madre del “frente” Vital, se volverán referentes de las primerizas en esto de ser madre de pibe chorro.
Los rituales de la villa tendrán varios templos. Uno será el boliche “Tropitango” donde la cumbia quebrará caderas y fundirá pasiones de esas que duelen. Y duelen porque las pibas cuando las cagan, cagan a trompadas. El otro templo será el rancho de Magda, la mae umbanda. Cristian Alarcón no solo presenciará estos rituales, sino que será aconsejado por “la africana”, la entidad que posee a esta madre de chorros haciéndola hablar un raro portuñol. Habrá pedidos de material para ofrendar (en su mayoría robado) Magda aclara que trabaja con fuerzas “blancas”.

El libro nos para en la otra vereda, la que no está asfaltada. El acierto del cronista es que no solo cuenta sino que vive, acompaña, llora las muertes y llega a tener miedo cuando junto al fotógrafo tienen que refugiarse de una balacera. Los muestra no como pibes chorros sino como humanos que aman, sufren, zafan, se rescatan, consumen y mueren. Esta es una historia de Robin Hoods con llantas (zapatillas), chaleco y chomba de punta en blanco. Terminada la lectura me siento más cercano a ese “otro mundo”. Ahora tendré que ver qué voy a pensar la próxima vez que me metan caño: si estoy ante un “pibe chorro arruinado por la realidad social” o ante un “pendejo de mierda que ojalá lo mate la cana”.

Lucas Gutiérrez

1 comentario:

  1. Es un librazo. Lo leí hace años, cuando trabajaba para un Programa con chicos de la calle, en el Ministerio de Educación del GCBA. Super recomendable!!!

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