El 20 de
Octubre del 2010 Mariano Ferreyra, dirigente del Partido Obrero de 23 años de
edad fue asesinado de un tiro por una patota del sindicato Unión Ferroviaria.
En ¿Quién Mató a Mariano Ferreyra? Diego Rojas reconstruye
detalladamente la jornada de protesta de los tercerizados y el enfrentamiento
con la patota instigada y organizada por el propio secretario general de la
U.F., José Pedraza. El libro alterna sucesivamente los testimonios dolorosos de
familiares y compañeros de militancia de Mariano con el relato de una lucha
callejera denodada contra un enemigo poderoso, sindicalistas guiados por barras
bravas profesionales y una policía cómplice. Entre los dos se asienta la
dimensión creciente de la tragedia que ocupa en el libro. Uno es el estilo de
la crónica exhaustiva de los hechos; la otra, la palabra amorosa de quienes
perdieron a alguien que era una parte importante de sus vidas, dando lugar al
hiato entre las circunstancias omnipotentes y fatídicas de un país y los
anhelos y penas de sus habitantes.
La carga de
la historia de una parte importante del gremialismo es pesada: incluye a la
derecha peronista asumiendo el control de la CGT; su complicidad con los
gobiernos de facto, primero el de Onganía y más tarde con los que seguirían al
golpe del 76; su asociación con los impulsores de la flexibilización laboral en
los 90' –que en muchos casos transformaría a los dirigentes sindicales en
empresarios– hasta nuestros días, donde
a todas luces los sindicatos legales han establecido un pacto con el régimen de
gobierno para conservar sus privilegios.
Cuando Rojas
completa el relato del enfrentamiento, le da lugar a una entrevista nada menos
que con Pedraza, quién sería más tarde condenado y encarcelado. Las respuestas
de Pedraza forman parte de una obvia estrategia de defensa, pero también dan
cuenta de una visión, desde la cual “los zurdos” fueron los instigadores del
conflicto por organizar la lucha por fuera de los canales normales del
sindicato, mientras que la patota era un grupo de buenos muchachos organizados
para defender legítimamente sus fuentes de trabajo. A continuación el diálogo
con la fiscal Cristina Camaño revela los fundamentos por los cuales se encontró
que había sido un ataque, del cual el secretario general era responsable
intelectual. La argumentación cauta de la fiscal en tiempos en que todavía no
se había expedido la justicia no logra cerrar los interrogantes posibles.
Diego Rojas
titula a la manera de Rodolfo Walsh en ¿Quién
mató a Rosendo? (donde Walsh demuestra que el sindicalista Rosendo García
fue asesinado por el poderoso burócrata de la Unión Obrera Metalúrgica Augusto
Timoteo Vandor), y quiere que sepamos que no es casual, que la única manera de
que la pérdida no sea en vano es que la sociedad tome conciencia de la
necesidad de los trabajadores de recuperar las organizaciones sindicales. Esa
sería la respuesta a tanta desesperanza, tanto por la ausencia de Mariano como
por la historia de un país donde el sindicalismo oficial es parte del problema
desde hace al menos 45 años.
Tomás Amans
En la Estación Avellaneda hay un poste con un stencil donde se ve la imagen de Mariano mirando en tu dirección; en el andén, la gente le da la espalda. Es una imagen extraña la que se produce al relacionar las cosas.
ResponderEliminarMuy buena cronica, y muy informativa, pero no comprendo cual fue el conflicto que llevo a confrontar a los militantes contra los sicarios de los sindicatos, ¿el libro dice algo de eso?. presumo que la frase final me da una respuesta ,pero siento que falta el detalle de porque se enfrentaron." la sociedad tome conciencia de la necesidad de los trabajadores de recuperar las organizaciones sindicales",que buena esta frase.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura, Tomás. Pasaron tres años ya del asesinato de Ferreyra y no puedo esquivar esta sensibilidad extraña que me rodea cuando pienso en él. La justicia condenó al autor intelectual de ese crimen político y, como decís vos, reconoció en esa entrevista que le hice algunas pautas para esa condena. Eso está bien. Muestra que el periodismo puede actuar. Sin embargo, sigo sin comprender, digamos, cómo se mata a alguien de 23 años, alguien que quería cambiar el mundo. Quizás intentar esa respuesta nos salve.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Diego. A partir de tu libro puedo decir que creo que entiendo a lo que te referís y la tristeza también me embarga frente una realidad de la que sabemos, pero que cuando se materializa en la pérdida de la vida se hace irremediable. La función de periodista se me hizo difícil frente a una realidad insoportable pero con la guía y ayuda de Daniel llegué a este resultado. Tal vez es como vos decís, y dar cuenta de las condiciones que permiten un crimen político es la prioridad porque ¿No había sido también Pedraza un militante que quería cambiar el mundo? O quizás, no, todo lo contrario, en el fondo siempre fue el mismo, y entonces Mariano engrosa esa lista de hombres brillantes fallecidos en su juventud, que nos interpelan con un misterio irresuelto desde la historia.
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