La escena
Frente a la
fábrica de chimeneas mudas, obreros y policías de a caballo que llegan en
tropel, están a punto de trenzarse en desigual querella. Adentro del rancho con
paredes de adobe la mujer de pechos magros amamanta al crío. El hombre planta
el puño cerrado sobre aquella mesa de madera bruta, mesa en la que comen cuando
hay comida y donde trabajan cuando hay trabajo. El hombre aprieta el trapo a
guisa de cortina; cuando el hombre se ponga de pie la silla irremediablemente se
irá al suelo. Sobre la mesa, hay un hachuela y dos cortafierros inútiles. Entra
la luz de la primera mañana. En el cielo hay nubarrones. El hombre se muerde el
grito, que revienta en las venas de sus manos fuertes, en los músculos tensos
en su cuello hartado. La mujer se encorva protegiendo al crío. ¿Saldrá a pelear
el hombre?
Me quedo mirando
un rato más “Sin pan y sin trabajo”, el óleo que Enrique de la Cárcova pintara
entre 1892 y 1893, una de las piezas más representativas del realismo pictórico
argentino y que forma parte de la colección permanente del Museo Nacional de
Bellas Artes. Es un cuadro que domina aquella pared de la Sala 24, al que
cuesta mucho encontrarle la pincelada pese de los empastes y los contrastes, y
que hemos visto miles de veces hasta en los planos de un noticiero televisivo. Los
pintores del realismo (de la Cárcova, Eduardo Schiaffino, Eduardo Sívori,
Francisco Cafferata, esos de la Sala 24) absorbieron en Europa e incitados por
el Estado, los cambios sociales producidos por la industrialización, la
urbanización y las ideologías de tipo progresista, esas que nos llevarían a ser
una nación civilizada.
El elegido
Viernes. Me despierto sobresaltado. Alerta meteorológico. Lo dicen por Radio
10, la radio que escuchan en la fabricucha de unidades ópticas de al lado,
donde tienen clavado el dial desde mucho antes que Longobardi se pasara a
Mitre. También me despierto porque suena el teléfono. Llega un mensaje. Son las
7.55. El mensaje dice Hola Carlos, Néstor te puede recibir hoy a las 17.30
para la entrevista. Avisame si estás de acuerdo. Un beso. Ayer quedamos con
Agustina, del área prensa del Partido Obrero, que a primera hora nos
pondríamos de acuerdo sobre dónde y cuándo me encontraría con Néstor Pitrola.
El encuentro será en la sede del Partido Obrero en Balvanera. Pienso en la
tormenta, en que siempre que llovió, paró. Y se larga a llover, fuerte, aunque
no trágicamente.
Mientras viajo a
Capital descubro que entre Lanús y Avellaneda hay más afiches del Frente de
Izquierda y los Trabajadores que los que recordaba durante la época de campaña.
El Frente de Izquierda y los Trabajadores consiguió, en las elecciones del 27
de octubre, el 6,40% de los votos a diputados en todo el país, obteniendo dos
bancas (una para Pitrola en la provincia de Buenos Aires, otra para Nicolás del
Caño en Mendoza) y una más como Partido Obrero en Salta (cuyo candidato, Pablo
López, resultó ganador en la capital provincial con el 28,39% de los votos). Y durante
el almuerzo me desayuno con que en algunos distritos como La Plata, el FIT sacó
el 8,03% de los votos, y que en otros como José C. Paz o Malvinas Argentinas
quedó tercero detrás de Insaurralde y delante de Stolbizer y De Narváez.
Siempre pasa lo mismo, uno ve la noticia cuando otro se la muestra quizás
porque no sepa cómo descubrirla, o no tenga interés en conocerla. Y en la calle
se me da vuelta el paraguas.
–Más te debería
llamar la atención –dice Pitrola– el 8,06 en Bahía Blanca y el 8,15 a concejal en
el Tres de Febrero de Curto. Se votó un programa, una crítica por izquierda al
kirchnerismo y a los barones del PJ, porque en una década entera hemos refutado
al kirchnerismo como un régimen que prolongó la privatización, el repago de la
deuda externa, la flexibilidad laboral y la desigualdad social incluso en el
interior de la clase obrera.
Su despacho
tiene paredes blancas, sin objetos colgados, donde hay un escritorio, una
computadora y algunos estantes. Pitrola (cordobés, 61 años, casado, dos hijos)
tiene la misma pinta de militante que los militantes que, mientras espero para
hacer la entrevista, me miran escrutadores en el hall de aquel petit hotel con
pisos transitados que es la sede del partido. Y aunque Pitrola está resfriado,
emerge cuando se trata de hablar de política.
–Se votó un
concepto que desarrollamos fuertemente en la campaña –continúa–, y que se
refleja en la clase obrera industrial sindicalizada y en la juventud: que el
final de la crisis no sea un ajuste al bolsillo popular. La crisis capitalista
mundial plantea la crisis de los partidos que gobernaron desde la Segunda
Guerra a la fecha, y la Argentina no escapa a esa situación. La conquista
política de las masas por supuesto es parte de una lucha, es parte de un
desarrollo, y es parte de la maduración de la conciencia popular.
Pitrola,
dirigente estudiantil durante el Cordobazo, secretario general adjunto de la
Federación Gráfica, organizador del Polo Obrero (la corriente piquetera
orientada por el PO), cruza con su acción política los últimos 45 años de la historia
argentina. Tanto él como su partido y el frente que reúne otras fuerzas de la
izquierda dura, no surgieron a la consideración pública con estos
resultados electorales. Hay trazas que los ejemplifican para quien les preste
atención y que ya son parte del paisaje. Por ejemplo, al otro día del reportaje
voy a La Plata para buscar alguna voz militante por este tema de las elecciones;
para llegar a La Plata en tren desde Lanús hay que hacer trasbordo en la estación
Avellaneda. Allí, en un poste frente al andén del ramal diésel que lleva a la
capital provincial, hay un stencil con la foto de un muchacho con barba y una
leyenda que dice Mariano Ferreyra presente. Mariano Ferreyra, uno de
esos tantos militantes que pasan por la sede del Partido Obrero, fue asesinado
de un disparo el 20 de octubre de 2010 durante una protesta por el pase a la
planta permanente de trabajadores tercerizados en el ferrocarril Roca. Mariano
fue asesinado no muy lejos del andén, y en el hall de la estación fueron
asesinados también Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, hace once años, en
circunstancias parecidas aunque en contextos diferentes. O también esas trazas aparecen,
indirectamente, en los buscavidas que se bajan entre Berazategui y City Bell y
que a las cuatro de la tarde, de tanto tomar y tanto fumar en el furgón, ya son
fuego consumido.
–El resultado en
La Plata es todo militancia –me asegura con firmeza Laura Kohn, candidata a
concejal del FIT, durante una marcha en protesta por la falta de respuestas al
reclamo de los damnificados por las inundaciones que el 2 de abril dejaron
tantos muertos que aún hoy se desconfía cuántos son. – Y es todo militancia porque
fue una rebelión popular a través de las urnas. Y hay un dato interesante: la
juventud no es peronista. Que Néstor haya llegado a la banca de diputado es
importante porque él es un cuadro obrero. Él es un cuadro lejano, quizás, de
cuadros que pueden venir de la universidad. Su desarrollo como líder
revolucionario tiene la importancia sustancial de demostrarnos a los que
luchamos desde hace muchos años que es posible, que el movimiento obrero se
eleve políticamente.
El cuadro
Mi viejo, viejo
peronista, decía que la izquierda era romántica, y se fue antes de ver el
pragmatismo menemista. Y esa imagen de un posible romanticismo político, el de
la libertad guiando al pueblo como en el cuadro de Eugene Delacroix, me lleva a
preguntarle a Néstor Pitrola si es posible un gobierno trotskista en esta
Argentina que vivimos.
–El punto es que
la izquierda anticapitalista tiene su hora –sigue–. Nos anotamos como
superación histórica del peronismo, el gran problema político de la Argentina que
esta elección ha puesto fuertemente de manifiesto. Preparamos a los
trabajadores para ser ellos mismos alternativa de poder. Ninguna fuerza
política disputa con el peronismo en los sindicatos como nosotros, lo mismo que
ninguna fuerza política disputa como nosotros en el movimiento estudiantil. No
pretendemos ser un color en el parlamento, y los personalismos los superamos
con la organización colectiva de la política de nuestro partido. Me parece que
en ese aspecto estamos haciendo camino con nuestro andar.
Si hay que
referirse a un nuevo andar, Pitrola explica que la suya será una banca
rotativa: un año y medio estará él, un año y medio Myriam Bregman (del Partido de los Trabajadores Socialistas) y un
año Juan Carlos Giordano, de Izquierda Socialista, quienes lo secundaban en la
lista. Es un detalle que causa extrañeza pero que ya está en práctica en
Córdoba y Neuquén. Más que una novedad revolucionaria es la construcción
colectiva de la cual habla con orgullo militante y mirada vigorosa. Y en esa
construcción colectiva uno se imagina otras imágenes posibles, cuadros que a lo
mejor grafiquen qué cosa fue la Argentina para las generaciones que habiten
este suelo dentro de cien, doscientos años, o más allá, en el recuerdo
constante de algún museo.
Carlos
Diviesti
Hubo cronicas de los compañeros tan buenas que me daban ganas de comprar el libro. Con esta cronica quiero votar al PO. Muy buen laburo.
ResponderEliminarCarlos, me tiento de opinar puntualmente del tema partidario, pero no amerita ni es fin del blog, pero denota que está tan buena la crónica que es imposible leerla por arriba y no involucrarse. Lograste darle unas pinceladas interesantes. Abrazo!
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