Gentileza Chiqui Ledesma
Desde unas cuadras
antes del Congreso de la Nación, la ciudad era el mismo caos de siempre, o
peor. Los automovilistas se puteaban desmesuradamente como cada día, e
intentaban doblar todos a la vez para evitar la manifestación que ya se
agolpaba frente a la cúpula. Los micros naranjas vomitaban jóvenes que cantaban
y seguramente habían viajado desde el conurbano ataviados con remeras de las
agrupaciones políticas a las que pertenecen y cargando banderas que, al bajar,
montaban sobre cañas lo más altas posibles para darles mayor visibilidad. El
humo que despedían los puestos de choripán dibujaba caprichosas siluetas
fantasmales sobre el atardecer que ya caía sobre el edificio del Congreso, que
parecía iluminado especialmente para la ocasión.
Los puestos Nac &
Pop vendían –como pan caliente– pines, remeras y hasta almohandoncitos de
dudosa utilidad con la cara de todos los íconos peronistas desde 1945 hasta
ahora. Néstor Kirchner, Eva Perón y la misma Cristina flameaban convertidos en
objetos del merchandising buscavida de cada marcha.
Pocas horas antes, los
medios anunciaban que la Corte Suprema de Justicia había declarado la
constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual tras 4
años de su aprobación en el Congreso. Por eso, los carteles artesanales
ya se alzaban sobre las cabezas de sus portadores: “Vendo acciones de Clarín, 3
por 1 peso”, “Clarín LTA te metimos Paka Paka”, “Néstor vive”, “Fuerza
Cristina”. La militancia se agolpaba junto al escenario ubicado frente a la
entrada principal del Congreso o intentaba a pasar, a fuerza de pechazos, por
entre los sueltos que siempre están un poco en babia. La
charla preferida de los sueltos era recurrente: los
alcances a la ley, la posible letra chica que deje un espacio al Grupo Clarín
para hacer una trampa y el rédito político del fallo; entre otros sesudos
análisis. La monada de las organizaciones populares, por su parte, le metía voz
y cuerpo a los cantitos e intentaba flirtear con otros y otras cumpas.
La voz de la locutora
oficial cortó el murmullo reinante como un rayo, pero esta vez no iba a
presentar a la Presidenta sino a Palo Pandolfo. El cantautor empezó a emitir un
extraño y débil aullido que me hizo reprocharle íntimamente al supremo: “¿Por
qué te llevaste a Pappo?”. Más tarde fue el turno de Teresa Parodi y
antes de que volviera a cuestionar la temprana partida del Carpo, un
militante de Nuevo Encuentro de traje y corbata se quejó:
–Tantos años de
reclamar, la pobre Teresa no tiene ni una sola canción de festejo.
Luego fue el turno de
personalidades del modesto calibre de Andrea del Boca que, con un sonido poco audible,
dieron sus opiniones sobre la Ley. Minutos después, Martín Sabbatella,
notablemente menos nervioso que en la audiencia en la que se enfrentó a Clarín –y
seguramente más aliviado– se convirtió en el orador principal.
Por fin, los parlantes
emitieron los primeros sones del Himno Nacional y las voces de los sueltos y
los militantes con aguante se unieron en el “oh oh oh oh” que corea el
interludio instrumental de la canción patria. Ahí se unificó la masa en un
canto tan sabido como emocionante, casi como si lo cantara el mismísimo
Norberto Napolitano.
Mariana Fossati
Gracias por esta excelente cronica.
ResponderEliminarMe parece un poco dura con el tema de la distincion entre "sueltos en babia" y "militantes agrupados con aguante". Pero debe tener sus razones.
Claudio un suelto en babia.
Así fue Mariana, los cánticos militantes elevaban sus banderas (a los cuales me sumé de contrabando para saltar con ellos), el resto sus brazos y miradas a la cúpula llenas de esperanza. Más que nunca el jolgorio cerraba un ciclo y abría la puerta a una Argentina más justa y equitativa. Muy linda crónica. Gracias!
ResponderEliminarNo se sienta tocado! Yo también soy suelta en babia!
ResponderEliminarGracias por leer
Gracias por leer! Pero no se ponga sensible amigo, yo también soy suelta en babia.
ResponderEliminarSaludos!
Es que de verdad soy un suelto en babia, y a veces esta bueno.(me hizo reir mucho)
ResponderEliminarMe gustó mucho la crónica, especialmente esa mirada sin condescendencias. Lo de Militantes agrupados con aguantes y sueltos en babia, me pareció muy bueno. Era algo que pensaba pero no podía ponerle palabras. La cronista lo hizo por mí.
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