domingo, 20 de octubre de 2013

Dónde se cortó el hilo en Malvinas

   

    ¿Por qué se pierde una guerra?¿Cómo habría resultado si hubiesen cambiado uno o más eventos históricos reales? Las elucubraciones de este tipo, conocidas como “what if” en inglés y “ucronías” en castellano, en general nos llevan irremediablemente en un viaje a las circunstancias de un suceso histórico. Nos vuelven más “enterados”, menos ingenuos y nos conducen a nuevas preguntas. Malvinas, la primera línea, de Juan Ayala indaga en los errores de la dictadura militar en la tarea que se supone debió ser su especialidad, la guerra, y lo hace dándole la voz central a aquellos a los que se le ha negado históricamente: los conscriptos ex-combatientes.
     En su misión centenaria de homogeneización de los individuos, el Servicio Militar Obligatorio no atendió a sutilezas como las aptitudes reales de los conscriptos para soportar la tortura que implicaba la llamada instrucción militar. Aquellos incapaces de adaptarse sufrieron más, la muerte de conscriptos o las secuelas graves fueron el costo más trágico, pero quién más quien menos, todos quedaron marcados, en nombre de un deber cívico real o fantaseado.
    Frente al enemigo, la oficialidad de rango medio se encontró con una situación inédita, inconcebible: el triunfo militar dependía de esos conscriptos a los que habían entrenado bien para una sola cosa: obedecer. No es de extrañar que sargentos y capitanes huyeran del campo de batalla. La alta oficialidad entretanto no tenía plan alguno, su intentona de recuperar las islas sin ir a la guerra había fracasado y no tenían plan B. Pero los conscriptos sobre los montes de Malvinas tuvieron una actitud diferente, que ilustra el testimonio del conscripto Sergio Peca Delgado:
“Yo mismo pensé mil veces en rajar pero no lo hice porque estaba mentalizado en que iba a volver […] Hubo pibes que enloquecieron. Se entregaron al frío, se abandonaron [...]”. La gran mayoría permaneció en sus puestos. A otros la conducción militar los había dejado incapacitados para imaginar un destino distinto a la muerte. Ese entrenamiento siguió activado en sus mentes durante muchos años más después de la guerra.
      Aquellos que robaron ovejas de los kelpers para comer y se refugiaron en la camaradería pudieron resistir mejor. Con armas viejas y balas defectuosas abrieron fuego. Con poco entrenamiento se enfrentaron a la infantería profesional de las reales fuerzas armadas británicas. Aún sin información de inteligencia igualmente acertaron a infligir bajas considerables que le permitieron al comandante inglés Julian Thompson titular su propia crónica No picnic (“No fue un picnic”). No lo fue para los soldados ingleses, pero los testimonios de un grupo del Regimiento 7 de Infantería Mecanizada nos muestran que para esa primera línea argentina fue poco menos que una representación de un cuadro de El Bosco.
      Quizás resulte increíble el hecho de que la Argentina reunía las fuerzas necesarias para hacer fracasar la reconquista inglesa. Hay muchos what if en el libro pero los resumo en dos que contienen a los otros. El resultado podría haber sido distinto de haberse aplicado:

1)      Un comando conjunto de las FF.AA capaz de coordinar las acciones de Ejército, Marina y Fuerza Aérea.
2)      Un buen aprovisionamiento de las tropas en el frente.

    Estos razonamientos contrafácticos tienen siempre un impedimento, exponen un argumento racional dejando de lado las condiciones que causaron los resultados que se verifican. Las FF.AA no podían concebir un comando unificado porque no se habían planteado en ningún momento vencer a las Fuerzas Armadas inglesas. Esto a su vez hubiese requerido de un cambio total de los objetivos políticos y el alineamiento internacional del gobierno militar. 
      El aprovisionamiento de los conscriptos no podía tampoco ser un tema de debate. La institución militar era y en gran medida sigue siendo, una organización de castas donde los soldados son los parias. La contradicción está en que, para la consecución de la victoria militar, estos marginales debían identificarse con los objetivos de las otras castas y comportarse como héroes guerreros. Si bien muchos así lo hicieron, el hecho de que la oficialidad los hubiese considerado como parte integrante de la institución habría implicado socavar los fundamentos por  los cuales la autoridad era mantenida. Como en toda institución atrofiada, mantener el principio de autoridad es imprescindible para evitar la desintegración.
      Mal que nos pese, todo indica que las FF.AA argentinas fueron terriblemente exitosas en sus objetivos a través de una política consecuente, verbigracia, la desarticulación de la izquierda argentina y el mantenimiento de la influencia de las FF.AA en la política nacional por al menos un decenio después de su condena social.

     La tragedia se completa de vuelta en el mundo de los civiles. Concentrados en los regimientos, los conscriptos impugnan a sus superiores, desconocen la autoridad de éstos, pero a su vez la sociedad desconoce a sus conscriptos, los condena a pedir limosna en los trenes, presencia indiferente o fatalista cómo se suceden los suicidios de los que sobrevivieron al fuego, el frío y la desnutrición. De esta manera, la experiencia que traen consigo no es aceptada como propia por la sociedad. No adquiere estado público, no es un dato de la realidad para medios y políticos y esa ignorancia condena a repetir los mismos errores. La única manera de “ganar” la guerra de Malvinas sería sacar conclusiones de la locura y plantear los cambios necesarios. Reducir al mínimo las Fuerzas Armadas como se ha hecho no implica que éstas estén saneadas: la función represiva persiste a través de otras instituciones y la clase baja sigue pagando con muertos las contradicciones del Estado. ¿Qué hubiese pasado si hubiésemos escuchado antes lo que los conscriptos tenían para decir?¿Qué fue lo que hizo imposible ese encuentro a tiempo?

        Tomás Amans

4 comentarios:

  1. Tomás, me gusta el registro informativo con que trabajás la nota al libro de Ayala. A lo mejor estaría bien incluirle dos o tres líneas en las que vos como cronista expreses cuál fue tu experiencia respecto de la guerra (creo que el libro de Ayala lo permite, y hasta lo pide). ¡Abrazo!

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  2. Gracias Carlos. Hubiese estado bueno agregar un comentario personal pero quería decir muchas cosas con poco espacio. ¡Gracias por la perspectiva!

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  3. A pesar de la extensión, mantiene un buen equilibrio entre prosa y enunciados informativos.

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  4. Más alla de no haber leído el libro, y que acuerdo con los considerandos que sustenta en cuanto a las relaciones en las FFAA, las hipótesis del what if me parecen una expresión de deseos. Por otro lado a la altura de la `publicación
    ( 2012), opino que no se puede desconocer lo hecho para sanearlas desde el 2003.Las conclusiones que saca con respecto a las víctimas pobres de la sociedad debido a las contradicciones del Estado, en principio no tienen que ver con las FFAA
    La crónica me pareció clara, entendible. Susy Estevez

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